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El término “tercera edad” surge en Francia en la segunda mitad del siglo XX, introducido por J.A.Huet, investigador que presidió el Centro Internacional de Gerontología Social de París. Según la OMS, desde el Acuerdo de Kiev de 1979, esta categoría denominada hoy, más propiamente, como “personas mayores” corresponde a la población con más de 60 años en los países en vías de desarrollo y de más de 65 en los países desarrollados.

Según datos del INE, en 1975, en España, la esperanza de vida al cumplir 65 años de edad era de poco más de 15 años (hasta los 80) y es ahora de más de 21 (hasta los 86). En menos de medio siglo, la duración promedio de esa última etapa de la vida ha crecido 6 años, es decir, un 40%, y continúa aumentando.

En paralelo con el aumento de este promedio, las características funcionales, de las personas de entre 65 y 80 años se han acercado a las de etapas anteriores de la vida por su nivel de actividad y autonomía. Por ello, se ha planteado recientemente una subdivisión adicional que enmarca en una nueva categoría a quienes superan los 80 años. Es un segmento de la población cuyo tamaño se está doblando cada dos décadas y se ha denominado “cuarta edad”.

Según cifras de Eurostat de 2018, la Unión Europea gasta en sanidad el 7,2% del PIB. Es la segunda partida de gasto más importante tras la de protección social. Los países que más invierten en ella, en relación con su PIB, son Dinamarca, con un 8,6%, Francia con el 8,2% y Austria y Holanda, ambas con un 8%. España está en la decimoquinta posición con el 6,2%.

En términos de gasto por habitante, la lista la encabeza Luxemburgo con 5.546 euros y España está en el número 13 con 2.034 euros por habitante y año. Las previsiones señalan que, en 2060, este gasto habrá aumentado en un 30% debido al envejecimiento de la población, especialmente en los países como España que tiene la mayor esperanza de vida de Europa y la segunda del mundo detrás de Japón. Estas predicciones van a tener impactos importantes, tanto en los servicios de salud como en los sistemas de pensiones y de protección social.

En este sentido, los retos de gestión a los que nos enfrentamos se centran en mejorar las desigualdades crecientes en cuanto a barreras económicas (gastos no cubiertos por los sistemas sanitarios públicos), geográficas (implantación de los servicios de salud en el territorio), y agilidad y calidad en la prestación sanitaria (listas de espera y tiempos de atención). Los desafíos técnicos, tanto en la calidad de la asistencia como en la calidad de vida en general de estas personas y otros colectivos vulnerables, pasan en gran medida por la aplicación a sus problemas cotidianos y a sus necesidades particulares de las Tecnologías de la Información y las Comunicaciones (TIC) de una forma eficaz y práctica.

Vivir más y vivir mejor

La Fundación General del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), señala que estas tecnologías constituyen uno los focos de atención más importantes sobre los que hay que trabajar de cara al futuro cercano en estos ámbitos. La apuesta por las TIC en clave de innovación es esencial a la hora de resolver eficientemente muchas necesidades sociales y de mejorar las condiciones de vida de las personas.

El objetivo es garantizar el acceso rápido y de calidad a una medicina de precisión y a una asistencia personalizada. Esto puede combinar los objetivos de racionalizar el gasto, hacer más horizontal el cuidado, superando desigualdades y privilegios, y conducir a una vida más larga y libre de enfermedades invalidantes. Vivir más y vivir mejor.

En este contexto, el tándem biología y tecnología supone una oportunidad para desarrollar innovaciones encaminadas a actuar sobre la salud de una forma individualizada, precisa y basada en un modelo personalizado del organismo y del contexto en el que este opera. Un modelo que tenga en cuenta las variables genéticas, metabolómicas, clínicas, ambientales y también las epigenéticas (la expresión de los genes mediatizada por las circunstancias del desarrollo) y correspondientes al microbioma (las bacterias que viven en nuestro interior, en simbiosis con nuestro organismo) de cada persona.

Tecnologías de vanguardia como la Inteligencia Artificial, el Aprendizaje Automático (Machine Learning), el Análisis de Grandes Volúmenes de Datos (Big Data), Internet de las Cosas y los Sistemas Ciberfísicos, entre otras, tienen mucho que decir y aportar en este camino hacia la mejora de nuestras vidas.

Tanto en la gestión sanitaria, mediante la digitalización de la historia clínica para el tratamiento y procesamiento de la información, que permite mejorar la toma de decisiones, la monitorización del equipamiento diagnóstico y clínico para realizar un mantenimiento predictivo de los sistemas, como en el beneficio directo en la salud, mediante desarrollos innovadores que permiten pronosticar enfermedades como el cáncer de mama, o detectar situaciones como la diabetes en su primer estadio, realizar una diagnosis no invasiva de dolencias de detección compleja como la endometriosis, o aplicar tratamientos eficaces y personalizados contra el cáncer, mediante el uso de tecnologías de Análisis de Datos y de Inteligencia Artificial, son solo unos pocos ejemplos de las posibilidades que se presentan ya en este momento.

El análisis de millones de historias clínicas de pacientes con co-morbilidad (combinación de varias enfermedades crónicas), permite prever el desarrollo de nuevas enfermedades y la prescripción de acciones preventivas que contemplen todos estos factores. Los modelos numéricos, conocidos como Gemelo Digital (Digital Twin), son capaces de replicar digitalmente un sistema físico o biológico y predecir su posible comportamiento, cuando son alimentados con datos actualizados del sistema que representan. Es un concepto que ya se está empleando en el ámbito de la Industria 4.0, pero que en un futuro cercano será de aplicación en áreas como la salud.

Se trataría de llegar a disponer de modelos que funcionen como una especie de réplica virtual de nuestro organismo. Estos gemelos digitales estarían alimentados por una monitorización periódica de signos vitales, variables clínicas, medidas ambientales y biomarcadores, e integrarían un conjunto de algoritmos de análisis que puedan alertar sobre posibles cambios, desequilibrios e indicios de potenciales enfermedades para anticiparse a ellas.

Autor
Juan Carlos Pérez Cortés
Juan Carlos Pérez Cortés | Director del Grupo de Percepción, Reconocimiento, Aprendizaje e Inteligencia Artificial de ITI